Monday, October 24, 2005

Las canciones

¿Dónde se van las canciones cuando se olvidan?
¿Cuando los sones del do-re-mi-fa -sol
salidos del alma del autor
se pierden de la memoria
y salen de la razón?
¿A qué lugar se van las tonadas
las sensaciones, las tristezas y las alegrías
que se pierden y nadie extraña?
Se irán, quizás, al mismo lugar que yo
a un espacio oscuro
que limita con el infinito
y coquetea con el sol.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Preciosos versos....y sigo leyendote en tu meridiano y aquí!!

Bikiños mil;)

12:57 PM  
Anonymous Anonymous said...

Las canciones no se van, no si han capturado nuestra imaginación. Son como el tiempo y las personas, que algunas se quedan. No me acuerdo en qué película era, donde decían que todas las vidas tienen una banda sonora ¿Te acuerdas cuando te dije que te llevaba en esa caja unos chocolates, junto con los discos de la banda sonora de mi vida? Así funciona.

Me hiciste acordarme de los versos del gran Bécquer:

“Las palabras son aire, y van al aire
Mis lágrimas son agua y van al mar;
cuando un amor muere,
¿sabes tú a dónde va?"

4:14 PM  
Anonymous Anonymous said...

Ya que estás en esto de los versos, aquí van algunos que creo que pueden venir al caso y que me han ido saliendo en el curso de esta noche, que ya es madrugada. Si el insomnio tiene algo de bueno es que a uno de repente le llegan inspiraciones, sobre todo cuando son motivadas por la gente que uno quiere tanto como yo te quiero a ti. Espero que te gusten:



Era un jardín risueño,
bañado por rocío de cristal;
era asomada en su centro,
una encina de belleza sin igual.

Era un torpe jardinero,
que dedicaba al parque su cuidado;
era la encina esplendorosa,
lo que más en su vida había amado.

Y era la encina tan hermosa,
que todas juntas las demás flores,
amapolas, tulipanes y rosas,
recelaban envidiosas sus verdores.

Era una primavera sonriente,
cuando de la encina brotó un botón;
porque las encinas sí florecen,
aunque la encina es árbol y no flor.

Y vino un día un hombre malo,
y se presentó como falso jardinero,
para robar su flor y hacerle daño
y engañarla con alardes embusteros.

Pero notó el jardinero genuino
que faltaba la flor en su lugar,
y que a su encina habían herido
hasta casi hacerla marchitar.
Y clamó así, entristecido,
inconsolable de su mal:

“¿Adónde, flor, has partido
que no estás en su lugar?
¿Quién así te ha herido?
¿Quién te quiso hacer un mal?
¿Quién trató de marchitarte
con esta helada invernal?
¿Fue mi culpa pues, dormido,
no te supe bien cuidar?.”

“No hubo aviso —dijo ella—,
de pronto el malvado llegó,
rompió mi corteza y dañó mi tierra,
y la flor de mi tronco desgarró.
Nunca más, mi jardinero,
otra flor aquí has de ver,
que me han herido muy por dentro
y ya no puedo florecer.”

Y amargamente lloraron,
el jardinero y su encina bella,
y sus lágrimas regaron
e hicieron fértil otra vez la tierra.

Y el tiempo fue pasando
y se fue llevando algunas penas,
y las heridas fueron sanando,
aunque algunas seguían abiertas.

Y una noche estaban ambos
contemplando las estrellas,
y habló así el jardinero,
preocupado por su encina bella:

“Dale sus tiempos a la vida,
que todo lo va descifrando,
y hasta las más profundas heridas,
van de a poco mejorando.
No estás sola en tu dolor,
que aquí está tu jardinero,
que siempre te dará su amor
y te cuidará con esmero.
Sólo prométeme, preciosa,
que volverás a estar feliz,
y tu belleza esplendorosa
estará siempre en mi jardín.
Porque sin ti, flor primorosa,
mi corazón no sabe latir,
y eres la encina más hermosa
que jamás podrá existir.”

9:13 PM  
Blogger XXX said...

Yo no me declararía en estado de preocupación por el devenir o la permanencia de las canciones. La tradición de los sonidos está asegurada, hay muchos que retoman la posta y que dependemos de ese arte para superar o acompañar la existencia.

6:14 AM  

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